Fragmento de Autorcha
Ensamble
Varias personas preparan un escenario, arman el entablado, alzan los telones, ponen las luces, colocan los espejos.
Podría decirse que integran una suerte de road crew. Sigilosos custodios de lo que vendrá. Repositores de tesoros desempolvados para una función más. En una serie de movimientos logran afianzar el ensamblado del escenario para esa fluida búsqueda en la que cada detalle esté presente.
La utilería de maravillas encubiertas. La fragua dinámica. La hora que se acerca.
Los ecos del escenario enlazan con los consecuentes actos. Los puentes invisibles entre tantos preparativos y la pericia de tener el local listo.
En plena tarea, entre bastidores, la abundancia de sonidos a prueba y colores en derroche, de repente escuchan una filosa pregunta de un recién llegado que nadie entiende cómo ha conseguido entrar.
—¿Qué obra se pondrá en escena?— su voz suena sin arreglos ni ecos, un corte
verbal en el aire de la cambiante sala.
Al percibir semejante pregunta, uno de los que transporta el gigantesco espejo móvil con la ayuda de acompañantes asoma la cabeza por encima del borde del gran espejo y, sin vueltas, le brinda una respuesta que resume verdad:
La primera persona que hoy nos lea soñará aquí.
Las sedes fueron
Apoyaron
Acompañaron
