Fragmento de Llámenme Casandra
Estás mirando un pedazo de madera en la orilla, un mínimo pedazo de madera que encontraste entre las piedras, allí donde la playa se torna más agreste, te quedas mirando ese pedazo de madera en el que hay una inscripción en un idioma que te lleva a otros tiempos y entonces ese pedazo de madera tan antiguo que es imposible que esté en tus manos empieza a crecer, a tomar forma ondulada, a volverse otro y tú te vuelves otra con la madera y estás sentada en la orilla de un mar que no es el cubano y detrás de ti está la ciudad y tú también eres otra, eres Casandra al fin, y dentro de unos minutos te van a llamar por tu nombre alado.
–Ven–te van a decir–, ven, corre acá que las naves se acercan, deja esa vieja estatua de Hécate desechada por los sacerdotes, ven junto al templo de Poseidón, ven y cantemos esas canciones que nos gustan tanto, Casandra, ven.
Las sedes fueron
Apoyaron
Acompañaron